Entre tanto
pensarte, leerte, me entran tus besos por los ojos. Me salen por la boca y se
transforman, te transforman. En todos, en cualquiera. Y como bien lo sabes me da por tocarles
exhaustivamente. Buscándote. Sin jamás encontrarte entre cuerpos demasiado
blandos, demasiado efímeros. Otros demasiado eternos. Tu cuerpo sin embargo es perfecto. Blando,
entre lo verosímil y lo contrapuesto. Derrocha la firmeza que llevan a
cualquiera a cuestionar su existencia. Y yo, quedo muerto, cogiendo entre mortales
en la eterna búsqueda de ti. De la vida. De vivir.
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