Hoy no hay placer. Es inconcebible.
No hay placeres que valgan. No hay placer que llene el vacío de no saber a donde ir. No existe terapia que logre reanudar sentires, no la hay.
No hay placeres que valgan. No hay placer que llene el vacío de no saber a donde ir. No existe terapia que logre reanudar sentires, no la hay.
Existen soluciones artificiales que venden el paraíso a quien esté dispuesto a comprar. A quien se encuentra indispuesto a crear.
No hay placeres que causen dolor profundo, como aquel de las angustias más cercanas a la felicidad. No hay placer que llene el vacío de no saber qué es la felicidad.
Hay besos como hay flores, abundan, se encuentran por doquier, se regalan, se venden por doquier. Las más valiosas son aquellas que son compradas en tiendas, de plaza, de esquina.
No hay placeres que coman más de lo habitual, sin engordar, sin dar de qué desear. No hay placer que evite engordar.
De soberbia, de egolatría. Se crean vicios intransigentes. Que no quieren más, que nunca piden más. Sin embargo hay quienes están dispuestos a dar más. Quienes no cuestionan la cifra, real ... imaginaria.