Hay preguntas que no precisan respuesta. Que ni siquiera la
buscan. Que no van de la mano con certezas. Yo hoy me siento frente a ti,
querida, con la hoja en blanco. Con el alma llena de recuerdos y con las
preguntas desbordándose de entre las costuras que, mal remachadas, intentan
contener los ánimos de las respuestas arrinconadas. Te pienso así como te recuerdo,
de ojos tristes y de ánimos muy alegres, no puedo evitar que se llenen mis ojos
de lágrimas. Recordarte. Así como te conocí. De ojos tristes y de ánimos
alegres.
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