La percepción que tengo de la vida es indiferente a quien sea que logre leer estas páginas. Si merodeo entre el sinsentido de la vida con un placer mórbido, si aleteo entre la fe y la falta de, o si camino por la vida con la certeza de que estoy aquí "por alguna razón".
Ninguna es válida y sin embargo todas lo son. Todas han pasado por mi mente. Lo admito, soy una optimista irremediable que sabe que la vida es gris, que ella misma es gris, pero que desea con toda sus fuerzas que no sea así. Optimista, contradictoria... violo mis pensamientos con deseos utópicos. Violo mi juicio con fe. Y dejo caer sobre el mundo mis pestañas mojadas, cuando todo parece ir de bajada. Soy optimista, sentimental donde no existe ya el sentimiento, donde la fe no tiene cabida, donde ni yo misma la concibo. Mis actos son vanos, falsos, fingidos. Yo misma me sumo en un estado de indiferencia al saberme entre todo y parada sobre la nada; "cuando se queda el terreno vacío de piso, cuando el terreno es el vacío". La vida está y francamente creo que está de más cuestionar su realidad, su relevancia, su intención; la vida está. Y en cuanto está, estás, y en cuanto estás, estoy.
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