He sido entre mortales, un poco menos de lo que se busca ser.
No lleno mis manos de metales ni de plásticos,
Y mis bolsillos van llenos de vacíos existenciales
Si es que se logran llenar
He sido extranjero en cada rincón de tierra o de cemento
En busca de palabras que le den sentido o valor al tiempo
El tiempo goza de virtudes que no serían nunca comprensibles sin relatos, o cuentos
Nuestra historia mortal es la historia de los dioses,
Y de qué manera explicar la vida de los dioses, que parecen no precisar de un inicio ni de un final
¿De qué manera darle sentido a la eternidad?
Si hemos vaciado las historias sobre líneas temporales que nos privan de esa posibilidad
Y que por ello se han convertido en algo prisionero;
Un cuerpo amordazado, cargado como premio,
Sobre el hombro de las tantas religiones
¡La eternidd como un maldito premio!
Al estoicismo y a la fe de que ser siervo significa una posibilidad de ser eterno
Mi condena es no quererlo
Yo no he buscado la infinidad del tiempo
He buscado definirlo bajo otros términos
He sido entre los mortales, sin reconocerme como uno de ellos
Y creeme que no es soberbio
Lo soberbio es creerse que al relatarlo hemos descifrado su secreto
Los cuentos, la historia visceral y humana es lo único que realmente tenemos
Épocas lejanas con los mismos deseos
Arte y política
Traiciones y pactos de sangre
¿Qué valor le asignamos al tiempo?
¿Más o menos que al dinero?
Es quizá por que siempre nos ha sido negado
Por que ahora ya no nos queda ni la promea de lo eterno.
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