Que las palabras sinceras desarman la pluma de cualquier escritor.
Y que sin duda, hacer el amor es hacer del futuro un destino preciso
Para yacer desnudos sobre una cama de deseos ardientes
Que se incineran al tacto
Y se consumen y vuelven a arder
Y traen la noche armada de valor, la que le ha hecho falta al día para extinguirse con esplendor.
Yo no cumplo con los textos sagrados, he rezado uno o dos padres nuestros.
Y más nada.
Me he consagrado a las palabras
Al alivio de pronunciarlas
Al deseo de que se me suban por la garganta
Y aterricen con todas mis ganas.
Quiero susurrarte todo lo que se esconde detrás de estas ganas
Que mis palabras acaricien tus amores de fin de semana
Y al final regreses a escribirnos entre hojas sueltas a la orilla de nuestra cama
Quiero decirte que hay sinceridad en mis palabras
Que no hay precipicio más aterrador que el de tu beso a la orilla de mi espalda.
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