Como el calor que agobia a media tarde, tú en un charco de tu propia transpiración.
Con caras conocidas pero (sin historia) sin principio ni fin.
No van hacia ninguna parte que tu conoscas.
Los ves, se mueven, hablan. Con movimientos torpes y murmullos sin sentido.
Todos van y nadie está.
Compran colores que simulan felicidad.
Que reemplazan la satisfacción de poder estar, de saber estar.
Y tú. Semidesnudo. Simulando estar completamente vestido. Con dos prendas puestas sobre un cuerpo vacío. Vomitando sentires que no saben llegar si no por medio de palabras que se atoran siempre al llegar a media garganta.
Y tú. Renuente a tragarlas. Estas aquí, rodeado de páginas recicladas.
Por fin estás aquí.
Agusto, acogido.
Estás aquí, admirando tus poros. Su capacidad de respirar
Admirando el momento sin separarlo de tí.
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