Aquí estoy.
Escribiéndote de nuevo.
Sin esa voz que me impide hacerlo, es fácil.
Sin la necesidad de detenerme y buscar una palabra menos rebuscada.
Una palabra menos enmielada.
La voz que timbra en mis oídos es la tuya.
No cesa.
Y tu presencia se aglomera entre mis dedos.
Has desaparecido.
Tu esencia no está más
Te has caído de entre los cierres de mis maletas.
No te busco ya, como tesoro escondido,
Cual souvenier que olvidas sacar.
Te has ido.
Y regresas sólo en besos, fallidos.
Regresas en las carcajadas que no puedo disimular.
Regresas, una y otra vez.
Intermitente como solo a ti se te podría dar.
La rica intermitencia que hace mucho me dejó de amar.
Que se convirtió en una calamidad,
Nada peor que la melancolía atorada a media garganta.
Sin medios por dónde escapar.
Sin manera de hacerse notar.
Disimulando felicidad.
Queriendo suicidarse después de cada mariposa que revolotea en sus entrañas.
Caos que ya no crea nada màs.
Que ha creado todo lo que podía crea
Y hoy, se estanca.
Prevalece y se manifiesta vez tras vez.
He dejado de soñarte.
Has caído de mis sueños y diambulas solo por esta jodida realidad
Que me impide atesorarte entre mis brazos una vez más.
La realidad es esta.
Tú, como mi locura y mi eternidad no estás más.
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