Los lugares son lo que son por las experiencias que conocemos, vividas en ellos.
Sea consciente o no, y muchas veces no lo es.
Sea personal o no. Y cuanto más personal, más importante el lugar.
La conservación de las experiencias y la necesidad de nuevas para contrarrestar aquellas que no son más.
De ahí la nostalgia, de ahí la alegría melancólica de caminar por un lugar adorado.
Un lugar vivido, un lugar con vida.
Reconocer esto, reconocer que un lugar no es lo que pretende ser, sino en lo que el usuario lo ha convertido, es entender un poco de la vida del humano. De la naturaleza creada en la que vive. Pues nosotros no podemos hacer menos que esto. No podemos crear hábitats y sin embargo lo hacemos.
Hoy he visto en mi lugar adorado, a una mujer alimentando a los pescados. Ha venido exclusivamente a eso.
Yo, mato tiempo.
Leo mi pasado en las ondulaciones del agua.
O al menos lo intento.
Intento platicarme... como lo haría con algún amigo.
Intento entender por que me considero humano.
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