"El amor nunca se consuma. Antes de su supuesta consumación, porque falta algo. Después, porque sobra algo y sobrar es otra manera de faltar. Y el instante de su aparente consumación no es más que un vértigo que huye, un relámpago fantasmal que superpone aproximación y alejamiento, lo lleno y lo vacío. Un punto que se borra en el momento mismo de colocarlo. Sólo queda el recuerdo de una posibilidad que pareció realizable. En consecuencia, llamamos consumación a una pérdida. Tal vez una pérdida necesaria. O quizá no"
La pérdida de tu cuerpo deslizandose por la casa es la consumación de todo el amor que se ha gestado. La pérdida de tus ganas, de tu salud, es una consumación necesaria para reafirmar que no eres un chiquillo y que aquella pérdida no era necesaria para reafirmarlo. El amor que se gesta entre nosostros es porque está en constante transformación, es todo lo que me reclamas, todo lo que me trae de regreso a tus ojos y lo que te mantiene con la pluma y los ojos sobre lienzos en blanco. Te extrañé como nunca en la cama. Extrañé tus preocupaciones, extrañé obligarnos a trabajar cinco minutos màs, extrañé cocinarnos, extrañé exigir tu presencia o que tú exigieras la mía abrazada a tu espalda. Dormí como bebé, pero desperté desconcertada, veo tus fotos en el pasillo y no quiero no ver la selección final, ni encontrar que siguen pegadas a la pared por meses más. El amor es un proceso y quiero volver a ver la primavera en tus ojos, he entendido que este es tu proceso, es un loop eterno. Quiero que lo afrontes y que no huyas cuando te des cuenta que siempre se pasa por el invierno, que se regresa a la primavera y que el ciclo no hace daño si lo reconoces como eso. Te amo con los dos o tres latidos que escucho cuando duermo sobre tu pecho, antes de platicarte mis miedos, antes que me expliques que no son las noches entre mis piernas las que significan amor, sino todo el proceso. El sol en tu cabello, la neblina con la que caminas al trabajo, los chicharrones que ya no comeremos, o los guisos que has aprendido a cocinarnos. Son tu esencia, son lo que hacen que te ame con el alma, con el cuerpo. La pérdida a veces es necesaria, a veces no
A veces creo en tus silencios y a veces me parecen la manera más lentamente dolorosa de morir. Hoy ya no muero de apoco. Hoy he enterrado las ganas, ha salido a relucir solamete el amor en su forma más pura. En la única forma que no me duele, que no escarva entre las comisuras de mi alma hasta engullirla.He visto el sol en tus ojos, cansados. He visto que el fuego que devoraba tus bosques era un espejismo de tiempos lejanos. Que no te crees tus cuentos y que hace falta que alguien más llegue para volver a contarlos. Hablar de ellos en voz alta, para darles un nuevo nombre. Un loop eterno mi amor. Del cual yo ya no quiero ser parte. La pérdida quizá sea mía, no volver a navegarte. Olvidar tus manías. Y no recordar como es que se puede caminar a tu lado sin poder evitar entrelazar las almas. He hecho el amor con tu ausencia. He hecho las pases con ella y me ha dejado tocarla. Me ha entregado tus secretos y los he confinado a vivir por siempre entre mis teclas engrasadas. Te guardo como las cosas que mi abuela guarda bajo llave. En el cajón de en medio de su ropero viejo. Te atesoro como aquellas reliquias que ella jamás me ha mostrado. Que a penas y se alcanzan a mirar bien porque siempre que abre aquel cajón, lo hace con mucho cuidado. No sea que se derramen sus secretos, que se escurran hasta el piso y de ahí sean imposibles de despegarse. O que alguna nieta imprudente cuestione la razón por la cual tiene específicamente aquellos objetos bajo llave. Se que ahí guarda lo que yo guardo entre mis teclas. Recuerdos remotos y sentimientos tan añejos que sería un pecado removerlos. Aquí te guardo, junto al fuego que me quemó el alma, los colores que me entrega mi hermana, las dudas que solo se convierten en más dudas, y tú. La pérdida que siempre será necesaria.
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