Hubo un aire melancólico desde que abrí los ojos.
Hoy, el cielo nos negó la dicha de sentir el sol hasta lo profundo de la piel
De que nos acariciara el rostro como fin y despedida.
De que bailara tu sudor sobre mi cuello
Y que las risas se evaporaran con la gracia con la que llegaron
Pero no, ¨they linger¨
Y no sé cómo podría hablar de una duna sin pensar en tu sol
De risas sin escuchar la tuya
Me quedo con la primera noche colgada cerquita del corazón
Y la segunda,
Y la tercera
Con vino blanco y tu voz
Y la cuarta
Y la quinta
Hasta que hubo, por fin, que decir adios
Me quedo con el último buenas noches
El desayuno a las seis
Hay despedidas que se cuentan con los ojos cerrados
Que no se pueden volver a tocar
Hay otras, que se cuentan con un brillo especial
Que mueven desiertos enteros y los sitúa a la orilla de un río magistral
Hace falta sentarse a disfrutar de lo melancólico de un adiós.
De la ardua satisfacción de saber que entre tanto, entre todo
Se tuvo la dicha de un hola
de un adios
Del eterno presente entre estos dos.
Con qué facilidad los días se hicieron nuestros.
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