¿Cómo puedo desnudarme de complejos?
¿Cómo puedo yo introducirme en tus pensamientos así, desnuda?
Cómo hacer para transmitir un poco de lo mucho que quisiera decir, y si acaso eso es mucho pedir me conformo con escribirlo. Pero no.
No escribo como quisiera, no se materializan mis sentidos en estas palabras que no te llegarán como quisiese que llegaran. Desnudas.
Quiero introducirme así entre tus sabanas, las que he mojado cientos de veces en mi mente con oleadas de insomnio. Y ahí, pegadas mis palabras desnudas con tu cuerpo desnudo, fundirnos entre sentires que no llegarían a fundirse de ninguna otra manera.
Por que prefiero caminar desnuda por el mundo, con miradas grotescas, morbosas que caminar como mojigata, cubriendo mis pensamientos por temor a que sean violados.
Entonces... por qué sigo aquí, vestida de complejos, atormentada por voces que no dicen más que lo que deben decir y no aquello que quisieran.
¿Cómo puedo yo huir de aquí, de estas palabras que me aprisionan con sentidos que no son los que yo quiero dar a sentir?
Las preguntas que rondan mi mente noche y día, día y noche, hasta que ya no hubo diferencia entre ellas. Hasta que la realidad se fue fundiendo con los sueños y los sueños con las alucinaciones que da la falta de una realidad. Hasta que las preguntas ya no fueron preguntas sino respuestas sin sentido por que el sentido fue irrelevante para estar en paz.
Heme aquí. Desnudándome de apoco entre este espacio virtual, tan virtual como tu mano derecha, tan virtual como tu último pensamiento. Desnudándome acomplejada,... desnudándome por deber. ¿No somos entonces prisioneros de nosotros mismos, de nuestros deseos? De nuestras ganas de ser lo que quisiésemos ser pero no somos. Que quisiésemos dar pero no podemos dar más de lo que debemos. Deber; el primer enemigo de la libertad y el primer amigo de la mente infantil que va buscando cómo ir por la vida si quiere sobrevivir.
Y entonces... somos arrojados a este mundo, arrojados completamente desnudos y nos vamos cubriendo de apoco como caparazón, como tortuga, para salir por fin al mundo. Para triunfar, para cruzar el océano que nos aterrizará nuevamente a esa misma playa dónde fuimos robados de nuestra perfecta desnudez, para reproducir el ciclo y arrojar más desnudos a este mundo. Que al igual que tú, se vestirán por deber. Se llenarán de deber y vomitarán deberes hasta que no quede nada que vomitar. Y después de eso... realidad. O falta dé... no sé. Sigo vestida... semi-desnuda. Entre aquí y allá. Nunca aquí, nunca allá.
arrojados al mundo de los deseos parciales, donde se navega desnudo, con los ojos cerrados, cubierto de deseos de todo tipo.
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