lunes, 3 de agosto de 2020

Consagrado a tu mirada.

Para comenzar a explicar lo que su mirada provocaba en mí, nos harían falta un par de cafés, 
una tarde asoleada.

Y para contarte lo que sus manos significaban, 
la precisión

la dulzura hecha carne. 

Y de esa carne hecha caricia feroz. 

Hablar del eco perpetuo que resonaba en mis caderas tras su roce, suave.

Para eso, para eso harían falta quizá, dos platos de pasta
y tu vacilante atención.

Habría que traer a la cuenta los primeros dias de excursión entre su mar de palabras
los caudales de historias.

Su mirada iría tomando protagonismo.
Con su porte recto

y su sonrisa asomándose, 
eterna, 
desde la comisura de su boca.

Habrían momentos en que desvaneciera
pero lo mágico, es que era eterna. 

Y aún con un toque de amargura, se asomaba.

Esa era su magia.

Y entre los días en que me hice cómplice. 
En los que aquella sonrisa era constante

me enteré que había un par de ojos que te asomaban aún más que ella, 
al pie de la magia.

Caer ahí es lo que cuesta una vida.

Son las milésimas entre la risa y el amor.

Y hacerse amor
decirse amor
Cuesta otro viaje, 
el de regreso.

Al regreso habrás pasado por su boca.
Y de su boca a la tuya.

Con altavoces por cuerdas.

Habrías hecho de la carne, verbo
descubriendo el gusto por aquel toque amargo 

que alcanzó a evaporarse a tu regreso.

miércoles, 4 de marzo de 2020

Nauseabundo.

Tuve la sensación de llegar a un lugar que todo mundo conoce.
Que este vacío en mis adentros no reflejaba más que un millón de sensaciones no proclamadas.

Sensaciones que nadie se atreve a expresar.
La incomodidad de mirar a un hombre sin un ojo,
El hastío de enlistarse a otro día de trabajo.
O el terrible vértigo de escuchar aquel nombre que te revuelve la vida.

Tuve esa sensación exponenciada a su centésima potencia y me quedé atónita.
Caminando entre un mar de gente con esos mismos pensamientos guardados.
Hechos bola y aventados en forma de fiesta y risas.

Y qué es la felicidad si no el rechazo a todo lo que nos revuelve el estómago,
La celebración de los polos que nos tocan el alma,
Con la música quedita que le da intro a una nueva escena, con un nuevo crush o un nuevo empleo.

Tuve la sensación de ir caminando por las orillas de mi cordura.
De asomarme con total cautela para avistar la maravillosa caída.

Detenerme,

Dar unos cuantos pasos de reversa y posicionar mis manos en forma de reverencia.

Tuve la sensación de estar viva.
De tocar mis manos con mis manos.
De escuchar mis pensamientos con mi pensamiento .

Y es que Sartre lo dijo,
La tragedia de estar vivo es saberse vivo.
Y ésta, la única forma de sentirse vivo.