domingo, 14 de diciembre de 2014

Hojas olvidadas...

Entrarás y estarás escuchando la música que me ha acompañado, estarás parada sobre cada partícula, seleccionada a mano por la coincidencia para integrar un pedazo de carne que hoy es desmenuzado por las voces y el silencio. Que pretende ser infinito, obstaculizado; infértil e inútil.  

Cruje bajo la suerte de ser cuestionado ante cada parpadeo ajeno, barre con los pensamientos la fila de comentarios hechos pero no logra que dejen de pesar. No los corta y a pesar de cuestionar tampoco entiende su pesar.  Corre lento con los pedazos de hueso expuestos, crujiendo, cojeando.

Ya no tiene su corteza ha perdido casi todo o casi nada de lo que quedaba, escurre con recuerdos añejados y limpia su mortalidad con un pañuelo que antes parecía mantenerse seco. Se detiene a montar guardia ante la obscuridad que escoge hoy para devorar antes de tiempo.

Soy ajena a él aunque responde a mis deseos.

Quizá yo también respondo a los suyos.

Camina aún más, siente la humedad correr entre tus piernas y no dejes de caminar, son sus recuerdos derritiéndose a fuego lento. Podría decirte que no los recuerdo que se han colado entre mi carne, mártires de tiempos lejanos pero es tarde ya te han mojado.

Curveadas, deformes punzan contra el poco valor que albergaba, enredándose por los rincones suscitando sentires que ya no existen. Prefieren otro huésped para terminar de pudrirse. Ya no dejan de mojarte. Son tuyos mientras siguen siendo míos, de voz, de nada. 

Este huésped se ha cansado de vivir así, borrando sus huellas para sobrevivir. Se acuesta entre los colmillos de las marañas, comiendo el polvo cósmico que quedo entre sus uñas después de tanto rasgar el cielo y caer en vano. Escurre de rabia, de vida de algo que duele y excita.

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