miércoles, 12 de abril de 2017

Homesick.

Homesick.
Es la única palabra que describe la sensación que tengo en el centro del estómago.
La casa, mi casa, tu casa, la casa de mi madre, la casa de mi abuela, la casa de tu madre, la casa de mi hermana, la casa de mi tío, la casa de mi tía; la casa siempre había sido una palabra desacertada. Una palabra carente de sentido concreto. Una palabra que sólo se utiliza a falta de una palabra mejor para describir la morada en la cual me encontraba en la exactitud del momento. Donde se encontraban mis dos o tres pertenencias. Donde me encontraban los primeros rayos del sol y donde las personas quienes habitaban aquellas casas me consideraban como parte de ella, como parte de la dinámica que se desarrollaba en ella. Jamás en la vida había sentido que mi permanencia en una de aquellas casas era permanente. Que aquellas personas a quienes amo dentro de ellas, lograran un lazo tan fuerte como para considerar aquella casa mi casa. Mi casa siempre ha sido donde las circunstancias me han arrojado. Mi casa siempre ha sido hermosa. Mi casa siempre ha sido un espacio sagrado, donde mis pensamientos corren sueltos por sus cuartos, donde mis sentimientos se desenredan por los sillones y hacen acrobacias para mantener frescos sus olores. Mi casa nunca ha sido mi casa. Y sin embargo he logrado sentirla mía, donde sea que me ha tocado estar. Pero jamás, había sentido una falta de aquella. Jamás había sentido una terrible devastación emocional por encontrarme lejos de mi casa. Por encontrarme a unos cientos de kilómetros del olor de las sábanas, o del desastre que sé se encuentra en el cuarto, en la sala, en la cocina. Me siento confundida y no sé si es normal que espere con ansias escuchar su voz a media tarde. No sé si mi casa por fin es mi casa. Si he encontrado el pedazo que tanto hacía falta para poder darle un significado al lugar que me hace sentir que tengo un espacio donde verdaderamente me siento en casa. Sus ojos son mi casa. Sin sus ojos, la guarida no se siente sagrada. Sin sus ojos, su casa, mi casa se desmorona bajo la humedad de Xalapa.

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