viernes, 5 de mayo de 2017

La antesala.

Para poder hablar de las cosas de las que nunca hemos hablado, hacen falta docientos años de vientos aquietados.
Corazones hechos trizas, hortalizas que nunca dieron espiga y ríos que no alcanzaron nunca su salida al mar.
He soñado con tu cara, he despertado con tu voz.
Con tus cabellos al viento, con tu sonrisa delgada.
He visto en tus ojos el temor que se refleja en los míos.
El temor de hacerse, de irse haciendo.
Saber que hacerse es un acto inconcluso.
Que inicia pero jamás mostrará resultado.
Los resultados son efímeros.
Como tu voz en mis oídos.
Como mis palabras susurradas entre sueños,
Que jamás recordaré, que nadie jamás escuchará.
Para poder hablar de todo
Siempre hará falta tiempo.
Siempre harán falta charlas de vida y de café.
El temor de hacerse es algo que he heredado de esas charlas.
De esos cafés.
De los poetas, de los teóricos que hemos hojeado.
De tus cabellos,
De tu sonrisa, delgada.
Hay ríos que no alcanzan nunca su salida al mar.
Corazones que nunca se hacen trizas; aman, dejándose amar.

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